inhabitando paraísos

Era una mañana de invierno con el sol como oro pálido, cuando luce espléndido en el cielo, un cielo casi azul, de nubes desflecadas por el viento. Aunque aquella mañana no había viento, sólo pájaros invisbles, escondidos en alguna rama ya desprendida de sus hojas.

-Fíjate en los árboles, los troncos de los árboles del invierno- dijo de pronto Eduarda.

-Son como las personas-añadió-mucho follaje, mucho esplendor... tapando o protegiendo la verdadera naturaleza. El invierno no perdona: saca a la luz tanto los troncos rectos como los retorcidos. Así es el invierno. Como las personas en el último tramo de su vida.


Cuando Eduarda hablaba no sólo ponía punto final: seducía.



Paraíso inhabitado. Ana María Matute.



Caminando entre literaturas y alargando listas... ¡mañana de visitas a otros cajones! comparto mi prerregalo de reyes... ¡es una maravilla!

Comentarios

milanera ha dicho que…
cambio de letra... a mis ojos les costaban las cursivas... ;)

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