Sumisión
Mi mesilla de noche actual se resuelve entre Manara, La Rendición e Historia del Ojo. Al empezar enero, odiaba a Pasolini por desconocimiento y a Bataille por surrealista y por excesivo. Ahora me encuentro leyendo trocitos de sus ELLOS a escondidas de mis apuntes, coleccionando verduras para alimentar las fantasías. Desorbito mis ojos a diario. Destrozo la endiosada sodomía de Tony Bentley diseñándola a la carta, y los textos sobre la humillación (más que consentida) me explosionan el pecho y la espalda. En el pequeño teatro de la sumisión los papeles se distribuyen de manera curiosa: el que se arrodilla lleva el juego . Soborno a las manillas del reloj de vez en cuando, para que me dejen un ratito de tictac mientras les leo historias de mundos donde las Víctimas son los amos y los dominados dominan de reojo el látigo que le golpea. Donde el Sometido ofrece su piel a la palma de la mano que obedece fanáticamente. Dónde las heroínas de los cuentos no practican hazañas públicas ni sacri